Por Raúl Zibechi | La industria china es la clave de su superioridad militar

Este año el Departamento de Defensa de EEUU aceptó que la Armada del Ejército Popular de Liberación (EPL) ha superado holgadamente a la del Pentágono, con 350 buques de guerra frente a 293 que mantiene en sus filas.

Sin embargo, China aún tiene desventaja respecto a Rusia y EEUU en materia de submarinos, pese a contar con 52 submarinos de ataque, entre nucleares y convencionales, y cuatro submarinos de misiles balísticos de propulsión nuclear.

Algunas publicaciones estiman que «China está aproximadamente 30 años por detrás de Estados Unidos en tecnología de silenciamiento submarino», lo que hace que sus naves sean más fáciles de detectar, siendo una de las mayores brechas del Dragón respecto al armamento del Pentágono.

Sin embargo, la pujanza industrial china está empezando a cerrar la brecha en este rubro, como lo hizo en otros muy destacados, desde los superordenadores (top500.org) hasta la inteligencia artificial.

Tres años atrás se supo que la China State Shipbuilding Corporation (CSSC) estaba construyendo, solo en Bohai, un enorme astillero cerrado con capacidad para construir cuatro submarinos nucleares de forma simultánea. La estatal CSSC es el mayor conglomerado de construcción naval del mundo, con 310.000 empleados, 147 institutos de investigación científica y más de 30.000 técnicos.

La CSSC nació a fines de 2019 de la fusión de dos grandes empresas, los dos constructores navales más grandes del país, China State Shipbuilding Corporation (CSSC) y China Shipbuilding Industry (CSIC) con el objetivo de «racionalizar su sector estatal a través de fusiones y reestructuración de activos para abordar el aumento de la deuda y hacerlos más rentables y receptivos a las fuerzas del mercado».

Utilizando criterios de mercado para mejorar la eficiencia, en 1999 el Gobierno había decidido dividir el antiguo CSSC en dos empresas (una asentada en el norte y oeste y la otra en sur y este), con la intención de «aumentar la competencia entre los constructores navales de propiedad estatal», pero decidió la fusión para enfrentar el exceso de capacidad global de construcción naval.

La capacidad de producción de China es notable: los astilleros botaron diez destructores pesados en 2019 y dos buques portahelicópteros de asalto anfibio, están construyendo simultáneamente dos portaaviones de gran envergadura (85.000 toneladas) y dos buques de asalto más (de 40.000 toneladas) que también pueden transportar aviones de combate

En un solo día, el 12 de noviembre, las navieras chinas entregaron tres barcos de gran calado: buque cisterna ultragrande de 300.000 toneladas «Various Guiyang» y dos graneleros de 210.000 toneladas cada uno.

Con la mayor capacidad de construcción naval del mundo, China está siendo capaz de construir dos nuevas clases de submarinos avanzados, los de ataque nuclear y los de misiles balísticos: la Clase 095 y la Clase 096 respectivamente. Según Military Watch, «se espera que los dos programas submarinos no solo cubran la brecha, sino que probablemente coloquen a China a la cabeza en muchos aspectos».

La semana pasada la publicación especializada  informó que se está ampliando el astillero de Bohai en la isla de Hulu, de la CSSC, para la construcción del 096, además de continuar con el 095 que pueden actuar como escolta submarina para los futuros grupos de portaaviones.

El nuevo submarino 096 podrá transportar 24 misiles balísticos con un alcance estimado de más de 10.000 kilómetros, lo que coloca a Estados Unidos y Europa, dentro de su alcance, según South China Morning Post.

Los nuevos submarinos de ataque contarán con avanzados desarrollos tecnológicos, que «permiten a China mantener una presencia poderosa más allá de Asia Oriental, para proteger sus rutas comerciales a través del Océano Índico y más allá», y amenazar a los grupos de portaaviones occidentales en caso de hostilidades abiertas, estima Military Watch.

Llegados a este punto, es necesario recordar que China desplegará siete portaaviones para 2025, entre los superportaaviones y los buques de asalto anfibio, «lo que proporcionará a China una flota de portaaviones más grande que las de todos los demás países combinados, excepto Estados Unidos».

Según los analistas, los nuevos superportaaviones chinos que se lanzarán en 2021, «contarán con capacidades muy por delante de las de cualquier barco actual fuera de los Estados Unidos y a la par con el nuevo supercarrier USS Gerald Ford de la Marina de los Estados Unidos», contará con  sistemas de lanzamiento de catapulta electromagnéticos que permitirán que sus aviones despeguen con mayor carga útil de combustible y municiones.

Esta tecnología solo la utilizan las Armadas de China y EEUU, pero según Military Watch el primer portaaviones de la clase USS Gerald Ford que comienza a sustituir a los viejos Nimitz, «sufre continuas deficiencias de rendimiento y se mantiene muy lejos de listo para el combate más de tres años después de su puesta en servicio».

En efecto, los portaaviones Nimitz utilizan sistemas de lanzamiento a vapor, mucho más antiguos que los actuales Gerald Ford y los dos que pronto botará China, que sin embargo son de propulsión convencional y no nuclear como los estadounidenses.

La segunda cuestión es que el despliegue naval chino no necesita abarcar todo el planeta, como lo ha hecho EEUU desplegando once superportaaviones, sino defender sus costas y las rutas comerciales más importantes, que atraviesan el océano Índico y el Ártico.

En este sentido, debe recordarse que en 2020 mientras China ha acelerado la construcción de submarinos de ataque y portaaviones, el Pentágono sufrió dos incendios en sus portaaviones, uno de los cuales puede poner fuera de servicio permanente a una de las unidades cuando está considerando recortes importantes en su flota.

La tercera y última es la importancia de la industria como eje central que permite el crecimiento y despliegue de fuerzas armadas poderosas. La experiencia de la Segunda Guerra Mundial debería servir para alumbrar hacia dónde se encaminan las diferentes naciones.

En el comienzo del conflicto, fue la potencia de la industria alemana la que le permitió ganar ventaja en el campo de batalla. Luego fue sobrepasada por la pujanza de la industria estadounidense y la rusa, y de sus trabajadores que realizaron un esfuerzo magnífico para multiplicar la producción superando incluso los objetivos trazados por los respectivos Gobiernos.

Sabemos que China es el taller del mundo, mientras la industria de EEUU languidece víctima de la política económica errática que han aplicado sus elites desde que lanzaron la aventura neoliberal en la década de 1980, agravada luego de la crisis de 2008 con una fenomenal especulación financiera.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Raúl Zibechi – Periodista e investigador uruguayo, especialista en movimientos sociales, escribe para Brecha de Uruguay, Gara del País Vasco y La Jornada de México, autor de los libros ‘Descolonizar el pensamiento crítico’, ‘Preservar y compartir. Bienes comunes y movimientos sociales’ (con Michael Hardt), ‘Brasil Potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo’, entre otros.