Janucá, el festival de las luces que comienza el 10 de diciembre, celebra la historia de una revuelta judía contra un poder extranjero en el siglo II a.C. y un milagro que hizo que un poco de aceite durase 8 días, sin embargo, tiene también otras lecturas menos complacientes.
«En las escuelas enseñamos que Janucá celebra la libertad de culto y expresión, que los macabeos derrotaron a los griegos que querían prohibirnos nuestra religión, y que durante el asedio y rescate del Segundo templo, una lamparita con aceite que debía durar un día, duró en realidad ocho», explicó Amalia S., maestra de primaria en Tel Aviv.
Pero como todas las historias creadoras de identidad, esta también tiene varias lecturas, y hay padres y educadores israelíes que empiezan a revisar la tradición.
«En estos días tengo tiempo libre que antes del coronavirus no tenía, los cierres me han mandado a casa desde donde he podido seguir trabajando, por suerte, pero me he organizado de manera que también he tenido tiempo de leer y ponerme al día de muchas cosas que tenía pendientes, por ejemplo, las festividades judías», contó Avivit Maltz, arquitecta.
La arquitecta y madre de un niño cuenta que le interesaba darle a su hijo una perspectiva que seguramente no recibiría en el colegio.
«Porque siento que el problema es que cuando un país construye su identidad sobre la religión y la narrativa nacional confunde relatos legendarios con historia, entonces todo es posible y todo se puede justificar en base a las leyendas», explicó.
El festival de las las luces
Aunque se remonta 2.200 años atrás, Janucá es una de las celebraciones judías más nuevas, y no aparece en la Biblia hebrea. El evento histórico que marca su origen se recoge en los libros postbíblicos de los macabeos, que aparecen en el canon bíblico católico, pero ni los judíos ni varias denominaciones protestantes los consideran parte de la Biblia.
La historia tradicional relata que durante el siglo II a.C., en el año 168, durante el gobierno de la dinastía helénica selúcida de Antíoco IV Epífanes, éste prohibió el judaísmo y obligó a quienes lo profesaban a adoptar rituales paganos y a asimilar la cultura griega; pero los macabeos se alzaron en contra de esta persecución.
El movimiento de liberación judío, autodenominado macabeo por el apodo del líder, Judas el Macabeo, (que significa martillo), emprendió una guerra de guerrillas contra aquellos judíos helenizados que habían sido cómplices en la prohibición de sus prácticas religiosas.
Basándose en el modelo greco-romano de festejar los triunfos militares, la festividad de Janucá se instauró en el año 164 a. de C. para conmemorar la victoria de los macabeos contra la poderosa tropa del rey Antíoco IV de Siria.
La leyenda dice que los macabeos tomaron la ciudad de Jerusalén y retiraron los símbolos paganos de los templos. Y durante el asedio en el templo, los macabeos que permanecieron allí con aceite para una noche, vieron cómo este en realidad duraba ocho.
Por eso el símbolo de la fiesta es un candelabro de nueve brazos (siendo la novena vela la que se usa para el encendido), y por eso la fiesta dura 9 días.
La versión crítica
«También se puede contar que la verdadera historia de Janucá empieza efectivamente con una revolución cuyo origen era la desigualdad social y la intolerancia religiosa y que nada tiene que ver con el milagro del aceite sino con expulsar a un poder foráneo y matar a judíos helenizados», escribió Elon Gilad, experto en judaísmo y semiótica hebrea, en el diario Haaretz.
Antes de la revolución de los macabeos, Judea era semiautónoma, pero bajo fuerte control del imperio seléucida. La élite adinerada de Judea se había helenizado y esa era la cultura dominante.
Gilad expone que no todo el mundo disfrutaba de los beneficios de aquella «modernidad» helénica, y que la desigualdad llevó a los judíos zelotes a oponerse a los cambios culturales que sucedían en Judea.
Los judíos helenizados, sintiéndose amenazados, solicitaron la ayuda del emperador y éste mandó tropas para fortalecerlos. Ahí empezó la revuelta.
Después de algunos años de guerra de guerrillas liderada por Judas el Macabeo, triunfó la independencia judía, los judíos helenizados fueron masacrados y el Templo volvió a ser judío.
Janucá tiene muchos símbolos que la identifican, el encendido de velas, los dulces fritos llamados sufganiot, las peonzas, y, según Gilad, todo eso se fue añadiendo a la fiesta posteriormente, en la edad media e incluso después.
El autor señala que esta siempre ha sido una fiesta menor de la tradición judía. Otras festividades son consideradas mandatos divinos porque así lo expresa la Biblia, sin embargo, ésta, al ser postbíblica, fue ordenada por los rabinos.
Al parecer, Janucá ganó importancia en el siglo XX en Estados Unidos, principalmente porque coincide con las Navidades, y ahí se incorporaron todos los «extras», peonzas, sufganiot e incluso los regalos.