BOGOTÁ (Sputnik) — Mientras varias regiones de Colombia cancelan sus fiestas de Navidad y Año Nuevo debido a la pandemia, la animosa y rumbera ciudad de Cali (suroeste) se alista para realizar en poco más de una semana su 63° feria tradicional en medio de críticas por el alto costo del evento, que a diferencia de otros años, será virtual.
Desde 1957 y de manera ininterrumpida la ciudad ha realizado cada año, entre el 25 y el 30 de diciembre, su tradicional Feria de Cali.
En este año de pandemia, los eventos presenciales debieron ser suspendidos y la programación fue organizada de manera virtual a un costo de 11.336 millones de pesos (3,3 millones de dólares), lo que generó la crispación de varios sectores, que consideran que el evento debió cancelarse por entero.
“Denuncié penalmente al alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, por el delito de contrato sin cumplimiento de requisitos legales, referido al contrato Interadministrativo Feria de Cali”, anunció el miércoles en redes sociales el abogado Elmer Montaña, defensor de derechos humanos y exfiscal regional.
Es que para un grueso de ciudadanos “el palo no está para cucharas” y menos para ferias, pues según el reporte más reciente del Ministerio de Salud, en Cali un total de 87.566 personas se han contagiado con COVID-19 desde que la enfermedad llegó al país en marzo pasado.
De hecho, en la actualidad, 4.447personas están contagiadas en la ciudad, mientras que 2.516 más han muerto por causa del virus.
“Esa plata de la feria deberían destinarla más bien para la emergencia sanitaria, porque el ánimo de la gente no está para fiestas”, reprochó en diálogo telefónico con Sputnik Fernando Satizábal, un caleño de 51 años que se opone al evento este año.
Reactivación económica
Para la Corporación Ferias y Eventos de Cali (Corfecali), que organiza la feria, son varias las razones para que se le dé continuidad al encuentro pese a la pandemia, entre ellas que la feria propicia la reactivación económica, genera empleos directos e indirectos y envía un mensaje de “todos unidos por la vida”.
En declaraciones recientes a la prensa local, el alcalde de Cali señaló que su administración ha orientado fondos para “pagar a los artistas, proveer contenidos virtuales y de televisión” y que así la gente, desde su hogar, “pueda ver lo mejor de la feria”.
Sin embargo, la animosidad de los organizadores contrasta con las dolencias de la ciudad, ya que la Secretaria de Salud de Cali sostiene que el pasado 9 de diciembre los enfermos con COVID-19 ocupaban el 69 por ciento del total de las camas de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) que hay disponibles, las cuales suman 897.
La situación es más azarosa si se tiene en cuenta que la ocupación de camas UCI es del 90 por ciento como consecuencia de la atención a pacientes con otras patologías, es decir, otras enfermedades y accidentes, a lo que se le suma que la velocidad de transmisión del coronavirus ha aumentado en los últimos días debido a las aglomeraciones y a la llamada “indisciplina social” de los caleños.
Paradójicamente, el eslogan de la feria de este año, “conectados por la vida”, contrasta con una realidad que advierte de una nueva cuarentena obligatoria en la que es conocida como la “capital mundial de la salsa”, y en la que sus bailarines y escuelas de baile han debido bajarle el ritmo al paso este año por el COVID-19.
“Si esta situación, que es el segundo pico que hoy tenemos, como ha pasado en el mundo entero, comienza a tomar unos niveles imposibles de administrar, no nos quedaría más que la cuarentena y el aislamiento total”, dijo el miércoles el alcalde Ospina, que mantiene a la ciudad en alerta naranja.
Maldita Navidad
Hasta el próximo miércoles en la ciudad hay ley seca, toque de queda y restricciones a la movilidad por medio de una metodología denominada “pico y cédula”, que limita el ingreso de las personas a los comercios en función del último número de su documento de identidad.
“Cuesta admitirlo, pero como dice la canción, esta es una ‘maldita Navidad’, pero no por su bullicio sino por su agonía. Estamos a una semana de la feria y acá el ánimo es otro, no hay fiesta, no hay jolgorio, todo es COVID”, dice a esta agencia José David Velasco, un comerciante de calzado en el centro de Cali mientras describe el sentir de la ciudad.
En 2019, según Corfecali, 1.003.792 personas visitaron la Feria de Cali, lo que permitió la generación de 13.830 empleos y generó un impacto económico para toda la la ciudad por 407.000 millones de pesos (118 millones de dólares), pero este año las cifras sin duda languidecerán por la pandemia.
En tanto, la ciudad de Manizales (oeste) ha anunciado que aplazará su feria para el primer semestre de 2021 debido a las altas cifras de contagio, al tiempo que el municipio de Riosucio (oeste) decidió cancelar su carnaval y destinar los recursos oficiales que se usaban en su desarrollo a la realización de campañas de prevención del coronavirus.