Cuando entré al concejo municipal de La Florida dije algo de lo cual hoy me retracto. Expresé mi satisfacción porque se estaban abriendo las posibilidades para la diversidad pues ingresamos 3 mujeres y 3 jóvenes. En comparación con la anterior composición del Concejo parecía un gran avance. Pero el más joven resultó ser el de ideas más conservadoras, y al poco tiempo me pude dar cuenta que la edad no constituye juventud, así como tener ovarios y útero no significa conciencia de género.
Recuerdo el primer 8 de marzo que pasé en ese espacio. Agradecí las flores y chocolates que recibí pero manifesté que no era lo que esperaba porque ese día más que regalos de ese tipo nosotras reivindicamos derechos y a quienes gustaban regalar chocolates mejor lo hicieran para los cumpleaños. Recuerdo las caras de incomprensión e incomodidad, las risas burlescas y los reproches que se desplegaron al mismo tiempo. También recuerdo las gracias dadas por trabajadoras de aseo y secretarias que estuvieron de acuerdo con mis palabras. Una de ellas me comentó que en vez de regalos en su familia hubiera preferido que sus hijos y marido lavaran la loza, y pensé en las similitudes de lo que me decía con lo que acontecía en el concejo municipal.
Una sociedad que se ha cimentado sobre estructuras patriarcales diseña sus instituciones dentro de los mismos márgenes. Constantemente vemos cómo las mujeres son subvaloradas, ya sea a través de la negación de lo que dice, no logrando validez en su argumentación por el hecho de ser mujer, o bien a través de las nefasatas discriminaciones positivas, que recuerdan constantemente lo débil del género femenino, ya no sólo en el plano físico sino que también en la integridad psicológica o mental.
En ese escenario el alcalde me ha insultado muchas veces, con la complicidad y el acompañamiento de las risas burlonas de sus asesores cercanos, algunos de los cuales también lo han secundado en sus insolencias. Tapan las críticas políticas y mi trabajo fiscalizador de los recursos mal utilizados con dichos machistas, otrora aceptados socialmente, y todavía defendidos por su círculo social, que no demora en calificarnos de feminazi cuando los cuestionamos. Le gané a Cárter un juicio, por orden del Tribunal me pidió disculpas como quien hace un trámite, y en ese mismo concejo y en todos los siguientes ha proferido insultos descalificadores, misóginos y discriminatorios, esperando que yo me desgaste nuevamente en otro juicio.
Algunas personas me preguntan cómo lo hago para resistir. Yo lo único que sé es que hay una institucionalidad que cambiar, que no estoy sola y que cada acto machista que desenmascaro es un paso adelante de nuestra lucha feminsita, porque es de esa forma en que hemos avanzado. Todas juntas, en todos los espacios solidarizamos, aunque sea solas y nos tilden de locas, como una gran marea que logra penetrar de forma porosa en cada casa, lugar de estudio o trabajo.
Cada vez es más difícil que nos vuelvan a acallar, pero lamentablemente quienes creen que nosotras debiéramos hacerlo actúan cada vez de forma más violenta para lograrlo por la fuerza. La mayor cantidad de feminicidios se producen luego de rupturas de parejas porque los hombres no comprenden que las mujeres que eran de su propiedad ya no lo sean. Le niegan el derecho a ser personas independientes de él porque el machismo inculcado desde su infancia lo convenció de que por el hecho de ser hombre tiene un poder indestructible que lo hace macho y viril.
El 26 de febrero, el concejal Oscar Aguilera renunció a su cargo porque fue descubierto por la PDI siguiendo a su ex esposa con un GPS, a través del cual podía además escuchar sus conversaciones. Con estos antecedentes ella acudió a tribunales y hoy se encuentra en curso un proceso judicial. Toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero en este caso el juicio comenzó con pruebas contundentes que lo inculpan por espionaje, tal cual como lo practicaron sus correligionarios UDI ex miembros de la CNI. ¿Qué lo incita a él a realizar las mismas prácticas que anteriormente se usaron contra detractores políticos contra una persona que él dice amar? No quiero entrar en explicaciones psiquiátricas porque para eso están los médicos y suponer enfermedad es exculpar y ayudar a quien se inculpa a evadir responsabilidad.
Tristemente, se presente esta renuncia con un férreo apoyo del alcalde, de muchos concejales y de la administración municipal. Sabemos los nexos comprometedores que existe entre los Cárter con Aguilera, pues el ex concejal es jefe de gabinete de Álvaro, el diputado, hermano del alcalde. Pero ninguna vinculación justifica la solidaridad con el agresor, exponiendo a la agredida, ni usa de excusa a niños para criticarla a ella por las acciones judiciales que ha tomado. En esa triste sesión de concejo municipal la víctima era la agresora de ese pobre hombre por el cual debíamos sentir lástima. me criticaron por no sentir compasión por un hombre avergonzado y respondí que era lógico que sintiera vergüenza.
¿Tenemos que conformarnos con esta institucionalidad machista? ¿Le dejaremos a ellos que la usen y administren sin contrapeso? A lo mejor no será suficiente lo que cada una pueda hacer en esos espacios, pues estando en minoría los machitos se van a cuidar y defender, pero les aseguro que algunos serán nuestros aliados así como yo cuento con al menos uno que comprende. Seguimos siendo minoría en el concejo municipal de La Florida, pero eso será así hasta que nos demos decididamente a la tarea de cambiarlo. Dicen que nuestro feminismo ha transformado Chile, démonos la tarea de transformar todos los microespacios. Debe cambiar la institucionalidad patriarcal.
LA OPINIÓN DE LA AUTORA NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Marcela Abedrapo Iglesias – Concejala de La Florida, 38 años. Licenciada en Historia y Doctorante en Estudios Transdisciplinares Latinoamericanos. Fue dirigenta secundaria en el Liceo 1, y universitaria en la Universidad de Chile y UAHC. Militó en las JJCC desde los 15 años y hoy es miembro del Partido Comunista.