Así funcionan las rutas de tráfico, la demanda y consumo de drogas frente a la pandemia

Corrupción, violencia e inestabilidad social y política. La crisis en América Latina continuó en 2020 e hizo de la región más desigual del mundo, la más afectada por la pandemia, y con un detalle más. Han sido «propiciadas» por el narcotráfico y otros delitos transnacionales, advirtió la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes.
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La pandemia de COVID-19 ha afectado a las rutas de tráfico, la oferta y la demanda de drogas y las formas del microtráfico en América del Sur. Sin embargo, la ruta de tráfico de cocaína —con destino a América del Norte, Europa y el resto del mundo— se mantuvo intacta en la región de Centroamérica y el Caribe.
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«Al aplicarse en toda la [región] medidas de confinamiento con diversos grados de rigor, las organizaciones delictivas volvieron a demostrar su capacidad de adaptarse a situaciones nuevas», según el informe anual 2020 de la entidad internacional que fiscaliza los narcóticos, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).
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A su vez, también resalta la predominancia que han cobrado el tráfico y consumo de las drogas sintéticas y las nuevas sustancias psicoactivas en la última década, y asevera que ahora merecen el mismo nivel de seguimiento y vigilancia que el cannabis, la cocaína y otros narcóticos sometidos a fiscalización internacional.
América del Sur: la fábrica de cocaína
La fabricación y presencia de drogas sintéticas —especialmente en Chile—, «están aumentando», advierte la JIFE. Incluso señala que pese a que en Colombia disminuyó la superficie de cultivo de coca, la producción de cocaína aumentó en un 1,5 % en 2019.
Las fluctuaciones de la oferta y la demanda por los cierres de fronteras también han afectado el precio de las drogas en la región. En Brasil, subió el precio de la cocaína y en Colombia se observó una tendencia similar en el de la pasta de coca.
Entre enero y abril de 2020, uno de los efectos de la COVID-19 en la demanda de cocaína fue que el precio de la hoja de coca disminuyó en un 46 % en Perú, y en un 58 % en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, una de las principales zonas de cultivo de coca de ese país. En Perú también disminuyeron los precios del clorhidrato de cocaína y de la pasta de coca, en un 25 % y un 23 %, respectivamente.
Durante la pandemia, se crearon nuevos canales de tráfico para eludir el cierre de las fronteras y las restricciones a los viajes por tierra y aire, y las rutas marítimas cobraron gran importancia. Los traficantes aprovecharon la falta de capacidad de algunos países de la región para detectar e incautar las drogas que se trafican por el agua.
También aumentó el uso de aeronaves ligeras, que eludían los radares volando a baja altura para transportar drogas entre Bolivia, Brasil y Perú.
Centroamérica y el Caribe: la ruta de las drogas
La JIFE asegura que Centroamérica y el Caribe sigue siendo una de las zonas de reexpedición de drogas ilícitas más importantes del continente, en particular de cocaína, y que en diversos países también se está refinando. Sin embargo, tras las medidas restrictivas aplicadas por los Gobiernos en las fronteras para contener la propagación del COVID-19, las rutas por vía aérea se «perturbaron», y el tráfico por vía terrestre disminuyó. No obstante, los traficantes continúan intentando transportar grandes cantidades de cocaína por vía marítima, como corroboran las importantes incautaciones de 2020.
En la región, las maras siguen siendo las que trafican drogas ilícitas. La JIFE señala que en Panamá, una organización criminal conocida como «Bagdad» e integrada por varias bandas más pequeñas, está ampliando sus actividades delictivas. En El Salvador, Guatemala y Honduras, países que integran el llamado Triángulo Norte, las bandas callejeras Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18 siguen con sus actividades ilícitas, entre ellas el tráfico de drogas y el cobro de pagos de extorsión, que tienen un «impacto corrosivo» en la vida de los ciudadanos y las economías de los países.
Además, a la JIFE preocupa el consumo de cocaína, pero ahora también de anfetaminas y fármacos estimulantes en las comunidades locales centroamericanas.
¿Qué pasa en Norteamérica?
Durante el 2020 aumentaron los casos de sobredosis y muertes por el uso abusivo de drogas ilícitas, lo que según la JIFE, «supone una crisis». El tráfico también creció, junto al incremento del uso de fentanilo, cocaína y metanfetamina. Además, «la amenaza de los opioides sigue siendo epidémica», y las drogas fabricadas ilícitamente cada vez son más tóxicas.
Las medidas de legalización del cannabis y las iniciativas de despenalización en América del Norte siguen su evolución y dan forma al mercado regional del cannabis. Algunos gobiernos locales y nacionales de la región han aprobado medidas para legalizar y despenalizar el uso del cannabis con fines no médicos.
En Estados Unidos, Oregon y Washington, D.C. autorizaron medidas adicionales de despenalización de estupefacientes relacionadas con otras sustancias ilícitas, como la psilocibina.
México, por su parte, aprobó una ley que permite el consumo de adultos con fines no médicos. Las políticas y enfoques de control de drogas de México «se centran más en la salud pública», asegura Naciones Unidas.