Luego de la cumbre de Putin y Biden en Ginebra, que se centró en la estabilidad estratégica global, pareciera fuera de lugar el informe de RAND publicado 17 días después de la reunión. El think tank aborda las implicaciones de conflictos convencionales y nucleares de la OTAN frente a Rusia en suelo europeo con el riesgo de una escalada nuclear.
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A juicio del presidente Biden, entre 6 y 12 meses se sabrá si la siembra de un acuerdo sobre la estabilidad estratégica global habrá cosechado los anhelados frutos para la supervivencia del género humano y que así evite la amenaza de una guerra nuclear que ni debe ser librada y que ninguna de las dos superpotencias atómicas ganaría.
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Pese a las bravatas retóricas de la OTAN contra Rusia y China, la intención de los dos mandatarios de Rusia y EEUU es aminorar los riesgos de una confrontación nuclear.
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Todavía existen nubarrones susceptibles de empañar las negociaciones diplomáticas entre el Kremlin y la Casa Blanca en ese lapso de 6 a 12 meses, como delatan las provocaciones de la Armada Real Británica en las aguas territoriales de Crimea, hoy reincorporada a Rusia, que no pudo ocultar el corresponsal de la BBC, quien se encontraba a bordo del destructor HMS Defender.
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La cumbre de Biden y Putin ha empezado a mover las placas tectónicas de la geopolítica, con los ajustes subsecuentes que se han dado por la coordinación de Vladímir Putin con su homólogo chino, Xi Jinping, —quienes sostendrán una videoconferencia el lunes 28 de junio— así como con el probable encuentro del presidente Biden con el mandatario chino en la próxima Cumbre del G20 de octubre en Roma.
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Justamente dentro de los ajustes aludidos habrá que situar la publicación 17 días más tarde del reporte de la RAND: Competir militarmente con Rusia: implicaciones de conflictos convencionales y nucleares, por cuatro autores: Clint Reach, Edward Geist, Abby Doll y Joe Cheravitch.
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Los cuatro autores aceptan que «sin mejoras significativas en sus capacidades de despliegue y en su postura de avanzada, la OTAN no representa actualmente una plausible fuerza convencional disuasiva en caso de que Rusia busque atacar a los países bálticos».
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La RAND contempla la «posibilidad de una escalada nuclear que ensombrecerá cualquier confrontación militar entre Rusia y la OTAN».
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Ya en 2010, Rusia había adoptado en su doctrina militar que «se reserva el derecho para sí misma de usar armas nucleares en respuesta al uso nuclear u otras armas de destrucción masivas contra ella y/o sus aliados, así como en el caso de agresión contra Rusia con armas convencionales cuando la existencia misma del Estado sea amenazada».
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Como si lo anterior fuera poco, Vladímir Putin citó la doctrina de marras en su célebre discurso del 1 de marzo de 2018.
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Los cuatro autores evalúan las implicaciones de una confrontación militar entre la OTAN y Rusia en Europa y el riesgo de su escalada a una confrontación nuclear que llegaría hasta el suelo estadounidense.
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En forma implícita, el reporte implica que la OTAN puede perder una guerra nuclear con Rusia: «aunque el poder militar integral de EEUU y la alianza de la OTAN supera ampliamente al de Rusia, un conflicto regional cercano a las fronteras de Rusia significarían desafíos enormes y podría resultar en una derrota de Occidente».
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Reconocen que Rusia posee varias ventajas importantes en los estadios tempranos que afectaría seriamente la respuesta de la OTAN. Sin embargo, la estructura de su presente fuerza terrestre y la postura de Rusia no le garantizan un obvio camino para derrotar a la OTAN en un conflicto prolongado, en especial, en el teatro de batalla de los países bálticos.
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Así las cosas, «cualquier conflicto convencional con Rusia tendrá que ser combatido en una forma diseñada para limitar el riesgo de escalada nuclear, lo cual podría constreñir a la OTAN de usar sus plenas capacidades». ¿Cómo se podrían colocar límites ante la eventualidad de que un conflicto de la OTAN contra Rusia sea específicamente convencional?
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La RAND es muy dada a operar juegos de guerra y en esta ocasión se confina a sopesar la utilización del arsenal de armas convencionales rusas y armas atómicas tácticas —que denomina armas nucleares no estratégicas: NSNW (Non Strategic Nuclear Weapons)— y «su empleo potencial de opciones nucleares limitadas» que también coloca un «vitalmente importante rompecabezas a los funcionarios de EEUU y la OTAN».
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Pareciera que los estrategas de la RAND pretenden volver a usar el añejo concepto de «guerra nuclear limitada» que fue utilizado hasta el cansancio durante la Guerra Fría, como si una guerra, sea convencional o nuclear con armas tácticas o estratégicas, pudiera ser «limitada».
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Durante la Guerra Fría el otro concepto letal de MAD— Destrucción Mutua Asegurada: Mutual Assured Destruction— cuyo acrónimo también significa loco, en español, no fue usado por fortuna en la práctica del teatro de batalla.
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Lamentablemente el irredentismo de EEUU y su apéndice pugnaz de la OTAN no solamente han incorporado a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia de la ex-URSS, además de los países bálticos, sino que provocan continuamente al Kremlin al desear incorporar a Ucrania y a Georgia al esquema bélico del Atlántico Norte, lo cual ha orillado a que Moscú haya esbozado sus inexpugnables líneas rojas.
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Los macabros juegos de guerra de la OTAN son inconmensurables cuando se dan el lujo de realizar el trueque de países tan importantes como Alemania o Italia con sus escenarios escalatorios: «aunque la OTAN sea vulnerable a los ataques NSNW» —de armas tácticas nucleares—, «un ataque de la OTAN al territorio ruso es susceptible de ser mucho más escalatorio que un ataque ruso sobre objetivos de Estados de la OTAN no-nucleares como Alemania o Italia».
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Esta comparación es absurda ya que en suelo europeo las únicas dos potencias nucleares son Francia y Reino Unido, sin contar la dotación de armas atómicas de EEUU que detenta en sus bases militares tanto en Alemania como en Italia.
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La RAND especula que si EEUU respondiese a un ataque nuclear de «bajo rendimiento» sobre un aliado, con un ataque nuclear al hogar ruso, el Kremlin podría replicar con un ataque nuclear en el mero suelo estadounidense.
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La idea nodal de la RAND consiste en que la OTAN debería tomar las medidas apropiadas para ser menos vulnerable a las armas nucleares de Rusia, lo cual propende a que la OTAN arme con bombas nucleares al mayor número de sus 30 miembros y harían de Europa un teatro de batalla exclusivo, convencional y/o nuclear, pretendiendo blindar en forma aberrante a EEUU de sus consecuencias colaterales.
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Tales escenarios y juegos de guerra de la OTAN serían factibles en caso de que no ocurra la «desintegración» de EEUU cuando abundan los «indicadores del colapso estadounidense que viene», según el estrujante libro de Andréi Martyanov.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Alfredo Jalife-Rahme – Analista de geopolítica y globalización. Columnista y comentarista en varios periódicos, radios y televisiones internacionales. Profesor de posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Geopolítica y Globalización. Autor de varios libros. Nombrado por la Red Voltaire de Francia como ‘El principal geopolitólogo de Latinoamérica’.