SANTIAGO – Cada mes de julio, la Pampa del Tamarugal, en la Región de Tarapacá, recibe a miles de personas que protagonizan esta fiesta religiosa, espacio de fervor popular cruzado por la devoción, el sincretismo y la cultura del Norte Grande. Tantaku te invita a conocer, a partir de un registro documental, cómo se celebraba esta multitudinaria celebración en 1940.
Cuenta la leyenda, que hace 500 años una hermosa princesa inca o «ñusta» se enamoró de un español errante. Su historia de amor y encuentro fue amenazada y perseguida por los guerreros incas, quienes no aceptaban su vínculo. En variadas ocasiones, el amante de la ñusta, el español Vasco de Almeida, fue atacado por flechas y salvado milagrosamente por la medalla de la Virgen del Carmen. Fue así que, profundamente agradecida por proteger a su amado, la Ñusta del Tamarugal se convirtió al cristianismo.
A pesar de los esfuerzos, aquel encuentro entre los amantes terminó con su vida. Años después, cuando Fray Antonio Rendón Sarmiento llegó a la Pampa del Tamarugal, encontró un montículo con una cruz cristiana en medio del desierto. El sacerdote comprendió aquello como un indicio del cielo, que proclamaba el recuerdo de la princesa Tirana del Tamarugal, y en honor a su historia de conversión edificó una ermita que, con el tiempo, se convirtió en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana.
Así, cada mes de julio se celebra a la Virgen de La Tirana. La fecha de la festividad se asocia al proceso de chilenización del norte del país, haciendo coincidir la festividad religiosa en honor a la «Patrona de Chile» -reconocida así dado que luego de la batalla de Maipú, O’Higgins y San Martín ordenaron la edificación de un santuario en señal de gratitud- con la fecha conmemorativa del centro de Chile: el 16 de julio, que deja atrás la conmemoración de la comunidad peruana del 28 de julio y la de los bolivianos del 6 de agosto.
Esta es parte de la historia que da origen a uno de los eventos culturales más importantes del país, en que productos culinarios, música y danzas multicolores tiñen de luz la pampa, creando un paisaje humano de alegrías, tristezas, sentimientos y clamores, que este año no podrá vivirse presencialmente en el poblado próximo a la ciudad de Iquique por la pandemia.
La presencia de la Chinita en el Chile “secular”
¡Viva ya, viva ya! ¡La reina del Tamarugal!, cantan y bailan los devotos y peregrinos en el desierto de Atacama a la espera de que el 16 de Julio la figura de la Reina del Carmen salga de la iglesia y recorra el pueblo de La Tirana. Según el profesor Luis Bahamondes, Doctor en Ciencias de las Religiones de la Universidad de Chile, la religiosidad popular, forma parte del constructo identitario de nuestro país.
“Fiestas religiosas, bailes, peregrinaciones, mandas, animitas, relatos míticos, etc. cruzan el tiempo y los territorios del país, dando cuenta de un complejo sistema de creencias en el cual los sujetos le otorgan dinamismo a la religión a través de su relación con lo sagrado, lo cual implica una apropiación de la religión a través de la generación de códigos propios expresados en ritos, lenguajes, danzas, oraciones, entre otros”, señala.
Según el académico, la fiesta de La Tirana sigue siendo la expresión religiosa de mayor convocatoria y relevancia del norte del país. No solo por su origen añoso, que se remonta al siglo XVI, sino por la capacidad de las personas para vivir una forma de religiosidad de manera transgeneracional, de padres a hijos, formando parte de su identidad y otorgando nuevos códigos de sentido a la vida cotidiana.
“En pleno siglo XXI, dicha festividad, al alero de una de sus expresiones más representativas -‘los bailes’-, sigue dando cuenta del tejido social barrial, que genera arraigo y pertenencia en un territorio donde las carencias y problemáticas (sociales, políticas, económicas, etc.) han forjado el carácter de su población», agrega el profesor Bahamondes.
Consultado por la vigencia de la fiesta religiosa y popular en un país convulsionado y que ha avanzado en su secularidad, el académico sostiene que la fiesta de la Tirana, constituye una expresión religiosa popular con plena vigencia en el Chile globalizado, “secular”, “moderno”. “Es una forma de resistencia cultural que nos remite a la construcción de imaginarios locales, que dialogan con las transformaciones socioculturales del país, que se adapta a los cambios, y se resiste a la homogeneización de la religión institucional. Su prestigio trasciende las fronteras físicas del país recibiendo año a año peregrinos de Bolivia, Perú y Argentina principalmente”, finaliza.
En Tantaku, te invitamos a ver “La Tirana”, película documental realizada en 1944 por el Servicio Cinematográfico de la Dirección General de Informaciones y Cultura (DIC). Esta película es el primer registro de una fiesta religiosa popular localizada en la zona norte del país.
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