El cortometraje chileno ‘Bestia’ se inspiró en la vida de la torturadora Íngrid Olderöck, una agente de la policía secreta de Pinochet conocida como ‘la mujer de los perros’. La mujer se especializó en utilizar perros entrenados para cometer vejámenes a detenidos.
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Bestia, el cortometraje del director chileno Hugo Covarrubias, tuvo una gran recepción en su estreno en junio de 2021 en el Festival de Annecy, Francia —especializada en animación—, y recibió elogios y galardones en distintas paradas del circuito de festivales europeos, tales como los festivales de Tallin, Estonia y en el Interfilm de Berlín.
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La cinta de 15 minutos de duración, rodada bajo la técnica del stop motion, fue nominada a los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Los Ángeles, mundialmente conocidos como Premios Óscar, e intentará emular la gesta de la también chilenas Historia de un oso, ganadora en la categoría de Cortometrajes animados en 2016 y Una mujer fantástica, ganadora del galardón a Mejor película en lengua extranjera en 2017.
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Si bien su director acota que no es un filme biográfico, el cortometraje está inspirado en la vida de Íngrid Olderöck, una exagente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de la dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet (1973-1990).
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Olderöck, el terror animal
También conocida bajo el apodo de ‘la mujer de los perros’, Olderöck es recordada por el uso de canes entrenados para participar en las sesiones de tortura que dirigió.
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Hija de inmigrantes alemanes, ingresó en 1973 a formar parte de la temida DINA siendo mayor de Carabineros. Participó en la llamada ‘Escuela Femenina’, donde alrededor de 70 mujeres fueron instruidas para cometer torturas y realizar tácticas represivas contra opositores a la dictadura militar.
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Fue reconocida como una torturadora que disfrutaba de las sesiones de tortura, especialmente de los vejámenes infringidos a mujeres en centros de detención clandestinos, como lo fue el centro de terror conocido como ‘La Venda Sexy’, enclavada en la calle Irán, de la comuna de Macul en Santiago de Chile.
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El modus operandi predilecto por Olderöck fue el ejercicio de la tortura —principalmente hacia mujeres—, mediante vejaciones sexuales ejercidas por los perros entrenados por Olderöck para ese propósito.
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«A diferencia de otros agentes del estado del terror que permanecen hasta ahora en el anonimato urbano, Ingrid Olderöck emergió a la luz pública a raíz de un atentado del que fue víctima en la década de los 80. Su imagen que circuló profusamente a través de la televisión y de fotografías en los diarios, fue la primera encarnación visual concreta de un torturador para quienes el problema de los derechos humanos en Chile no era ‘un invento de la radio Moscú'», sostuvo la periodista chilena Claudia Donoso, quien logró entrevistarla en 1999.
En julio de 1981, un escuadrón del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), atentó contra su vida en el barrio santiaguino de Ñuñoa mediante un disparo en la cabeza al que sobreviviría.
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Si bien no murió, aquel atentado significó no solo secuelas físicas que impedían sus labores represivos, sino que su identidad se hiciera conocida para la población. Debido a ese episodio, la mujer se alejó de los servicios de seguridad de la dictadura de Pinochet.
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Olderöck falleció en la capital chilena en marzo de 2001 producto de una hemorragia gástrica, 20 años después de su retiro y en la más completa soledad.
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‘La frustración de no torturar más’
Covarrubias plantea a Bestia como un thriller psicológico en el cual se muestra el vacío interno de una torturadora en una suerte de «reflexión sobre la maldad», como describió el cortometraje su director a medios chilenos.
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En la vida de una persona metódica y que toma sus sesiones de tortura como una rutina igual que cualquier otra, la protagonista se ve dominada por «la frustración porque no va a poder torturar más», luego del atentado del cual es víctima, explicó el director.
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El cortometraje se inspira en el género folk horror y en variantes de directores como Polanski, Midsommar, y Lars von Trier.
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El proyecto, ganador de un fondo estatal para el desarrollo audiovisual, es una idea original de Covarrubias, junto a Martín Erazo, director de la compañía teatral La Patogallina, y el documentalista Tevo Díaz.
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