SANTIAGO – Todo comenzó en 2002, cuando la botánica Raquel Pinto vio por primera vez, en la zona de Alto Patache (Iquique), una planta con pequeñas flores verdosas. Pasaron tres años, y en 2005 los académicos de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile, Nicolás García y Federico Luebert, este último también académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas del mismo plantel, la vieron en el sector de Morro Moreno (Antofagasta). Fue ahí cuando, impresionados por su forma, les llamó la atención y les pareció que podría tratarse de una nueva especie.
«No estábamos seguros de qué era y teníamos sospechas de que era probablemente una especie nueva, pero una vez que obtuvimos secuencia de ADN de algunos marcadores moleculares, muchos años después, nos dimos cuenta de que correspondía a una línea evolutiva diferente que se desconocía hasta el momento«, recuerda el profesor García.
Explica que, dado este escenario, «fue necesario, además de inscribirle como una especie nueva, describir un género nuevo para poder acomodar esta especie dentro de la clasificación de ese grupo«. Fue así que los académicos nombraron este nuevo género como Atacamallium, que alude a su distribución en el desierto de Atacama y a su parentesco con la cebolla y el ajo, que pertenecen al género Allium.
Características principales
Nicolás García cuenta que la denominación de la especie como minutiflorum hace referencia al tamaño diminuto de sus flores verdosas a blancuzcas. La planta completa mide entre 7 a 12 centímetros de altura y se ha encontrado solo en tres localidades costeras del norte de Chile, cerca de Iquique y Antofagasta.
Sobre la importancia de este hallazgo, el académico supone que esta especie «florece solamente en años de lluvias de invierno en la zona, que no ocurre todos los años. Entonces, eso sumado a lo esporádico de su floración, a lo poco llamativas que son sus flores y a la dificultad de acceso a los lugares donde vive ha llevado a que esta planta no haya sido descubierta antes».
Finalmente, el profesor García espera que el descubrimiento de esta planta, que acaba de ser descrita para la ciencia, permita valorar la «exclusividad evolutiva que tenemos en la costa del norte de Chile». Agrega, además, que desea que «contribuya a mejorar la protección de esos ecosistemas, que son sumamente frágiles a los efectos del cambio climático».