Cae la ‘Chinda’, matriarca del narcotráfico en Honduras

SAN SALVADOR (Sputnik) — La imagen hecha pública podía engañar a primera vista. La señora tenía aspecto de ama de casa rural, sencilla. Pero estaba esposada y custodiada por fuerzas policiales de elite. Era Herlinda Bobadilla, la ‘Chinda’, matriarca de un temible clan familiar dedicado al narcotráfico en Honduras.
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Se trata de la actual líder del clan Montes Bobadilla, señalado de controlar el Caribe hondureño y de mover hasta México la droga producida en Colombia, para su posterior distribución en Estados Unidos y, presuntamente, el cada vez más demandante mercado europeo.
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Bobadilla fue detenida el pasado fin de semana, apenas unos días después de que el Gobierno de Estados Unidos ofreciera cinco millones de dólares de recompensa para quien aportara alguna información que condujera al arresto de la llamada Reina de la cocaína en Honduras.
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Además, el Programa de Recompensas de Narcóticos del Departamento de Estado (Сancillería) puso el mismo precio a las respectivas cabezas de los hermanos Juan Carlos y Alejandro Tito Montes Bobadilla, hijos de Herlinda, quien llevaba las riendas del cartel desde 2017.
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Hasta esa fecha, la estructura era dirigida por otro de los hermanos Montes Bobadilla, Noé, quien fue detenido y extraditado a Estados Unidos, donde purga una condena de 37 años de cárcel por narcotráfico.
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En el operativo policial murió Tito, Juan Carlos logró escapar y Herlinda fue detenida. Su abogado, Pedro Mejía, insiste en mostrarla como «una persona humilde, ama de casa que desconoce las actividades de sus hijos», aunque las autoridades la perfilan como una «sociópata».
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Según el propio Mejía, su cliente le pidió a su hijo prófugo que se entregara a la justicia, por miedo a que acabe muerto, como su hermano Tito. De hecho, a la detenida le dieron la oportunidad de ver en prisión el cadáver de su hijo por 15 minutos, para despedirse.
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Temible clan

Según investigaciones periodísticas y policiales, el clan Montes Bobadilla dirigía desde el norteño departamento de Colón una red para abastecer, transportar y distribuir drogas, así como para lavar el dinero fruto del narcotráfico y otros ilícitos.
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«La base de operaciones costera permite a la agrupación recibir cargamentos aéreos y marítimos de cocaína desde Colombia y/u otros países de origen sudamericanos, que finalmente tienen como destino Estados Unidos», señalan documentos judiciales.
Sus orígenes se remontan a la última década del siglo XX, y lo vinculan a Pedro García Montes, un hondureño que era el jefe de pagos del famoso Cartel de Cali, Colombia. Antes de morir, asesinado en Cartagena, Pedro le dejó el negocio a su primo Alex Adán Montes Bobadilla, responsable de coordinar las lanchas rápidas, lavar dinero y organizar el transporte de drogas hacia el norte.
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Alex murió en prisión, en noviembre de 2014, y su hermano Noé recibió y amplió la influencia del cartel hasta su detención. Varios medios coinciden que Herlinda era la auténtica jefa a la sombra, y que tras la deportación de su hijo su mando fue más visible.
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Según investigaciones del portal especializado InSight Crime, la familia Montes Bobadilla asumió en 2015 el control de las operaciones criminales del clan narcotraficante de Los Cachiros, cuyos dos máximos líderes se entregaron ese año a las autoridades estadounidenses.
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Dicha organización calcula que unos 1.000 millones de dólares que ganaban los Cachiros por su actividad criminal pasaron entonces a las arcas de los Montes Bobadilla, que ya ingresaban sumas millonarias por su trasiego de drogas por tierra, aire o agua hasta Gua­temala y México.
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Además, se presume que bajo su liderazgo comenzó la siembra de plantaciones de coca en varios parajes recónditos de Colón, como un experimento para abaratar costos y hacer más eficiente la cadena de suministros.
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La narco bodega

América Central es una suerte de bodega de la droga destinada a los grandes mercados, esto es, Estados Unidos y Europa. En el Viejo continente, por ejemplo, un gramo de cocaína se cotiza hasta en 180 dólares.
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En Honduras, por ejemplo, los tentáculos de los clanes que controlan el tráfico de drogas alcanzan hasta las más altas esferas, como evidencia la reciente extradición a EEUU del expresidente Juan Orlando Hernández (2014-2022), para responder por cargos de contrabando de cocaína.
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Además del exmandatario, desde 2014 han sido extraditados una treintena de ciudadanos hondureños, entre ellos Juan Carlos Bonilla, exdirector de la Policía Nacional, acusado de amparar el transporte de droga por el país a cambio de dinero.
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Tales acciones, así como la reciente captura de Herlinda Bobadilla o el narcotraficante de origen nicaragüense Raduan el Señor de los Cielos Zamora, sugiere que la presidenta Xiomara Castro va en serio en su propósito de quitarle a Honduras el sambenito de «narco-estado».