El cerebelo, situado en la parte posterior del cerebro y ya conocido por su importancia para el control de nuestros movimientos, también desempeña un papel clave que no se le atribuía, revela un reciente estudio científico.
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Las experiencias emocionales son especialmente bien recordadas por el cerebro porque el poder recordar momentos en los que estuvimos en peligro y momentos en los que prosperamos ayuda a la supervivencia de nuestra especie. Las principales regiones responsables de atribuir este tinte emocional a los recuerdos en nuestro cerebro son la amígdala y el hipocampo, pero ahora resulta que el cerebelo también está involucrado en este proceso.
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A través de las imágenes cerebrales de 1.418 individuos tomadas mediante resonancia magnética funcional (IRMf) mientras veían imágenes emocionales —algunas positivas, otras negativas y neutras—, el equipo pudo establecer que el cerebelo estaba efectivamente implicado.
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Los participantes en el estudio recordaban mucho mejor las imágenes positivas y negativas que las neutras, y esta mayor capacidad de almacenamiento estaba relacionada con los momentos en que el cerebelo estaba más activo.
Además, los investigadores observaron un mayor nivel de comunicación entre el cerebelo y el telencéfalo, la parte más grande del cerebro. El cerebelo recibía información del córtex cingulado anterior (una región clave para percibir y evaluar los sentimientos); también transmitía información a la amígdala y al hipocampo (las regiones del cerebro que también son responsables de la consolidación de los recuerdos emocionales).
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«Estos resultados indican que el cerebelo es un componente integral de una red responsable de la mejora del almacenamiento de la información emocional», afirmó el neurocientífico Dominique de Quervain, de la Universidad de Basilea (Suiza).
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Estos hallazgos podrían ser útiles para mostrarnos cómo reparar esos circuitos cuando algo va mal, cuando los recuerdos no se almacenan correctamente o si tal vez se imprimen con demasiada claridad en nuestra mente. Por ejemplo, cuando las experiencias dolorosas o temerosas se traen a la mente con demasiada facilidad, esto puede provocar problemas de salud mental. En lugar de actuar en nuestro beneficio, en realidad tiene un impacto negativo, y esto es algo en lo que la nueva investigación podría ser útil.
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«Estos hallazgos amplían el conocimiento sobre el papel del cerebelo en los procesos cognitivos y emocionales complejos y pueden ser relevantes para la comprensión de los trastornos psiquiátricos con circuitos emocionales aberrantes, como el trastorno de estrés postraumático o el trastorno del espectro autista», escribieron los investigadores.
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La investigación fue publicada en PNAS.