El gobierno del presidente de Chile, Gabriel Boric, próximo a cumplir un año, fue consultado por la prensa ante un eventual —y casi seguro— cambio de gabinete que, de acuerdo con todos los trascendidos, se realizará esta semana.
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Por Francisco Bravo Atias
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«El sábado es el aniversario del primer año de gobierno y me interesa que todos nuestros colaboradores puedan dar una cuenta de que estamos trabajando en terreno como corresponde», señaló en conferencia el presidente de Chile, Gabriel Boric.
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El 11 de marzo se cumple un año desde que Boric asumió el cargo, y el presidente esperará aquella conmemoración para iniciar una nueva etapa en su mandato, con rostros renovados en La Moneda (sede de Gobierno). La idea del jefe de Estado, quien milita en el bloque del Frente Amplio (izquierda), sería equiparar las fuerzas de la izquierda y de la centroizquierda en el gabinete, como ya lo deslizó la ministra del Interior, Carolina Tohá.
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«Tenemos que ver cómo pasamos de la versión original a un Gobierno que ahora tiene dos coaliciones bastante equivalentes en su peso político y electoral», comentó al diario La Tercera la funcionaria, quien es también una de las principales dirigentes del Partido por la Democracia (PPD, centroizquierda).
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Boric fue durante años un ícono de la nueva izquierda progresista en Chile. Su liderazgo surgió desde las protestas estudiantiles de 2011 y se consolidó en el Congreso en su posterior rol de diputado. Y si bien su perfil de luchador social lo catapultó al conocimiento público, fue su rol conciliador lo que consolidó su figura en todo el espectro político. Esto quedó en evidencia el 15 de noviembre de 2019, siendo Boric uno de los protagonistas del acuerdo nacional que dio inicio al proceso constituyente, lo que logró convenciendo personalmente a los principales líderes de derecha de que Chile debía tener una nueva carta magna.
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El otrora líder estudiantil, quien en 2013, luciendo una abultada melena, increpó al entonces presidente Sebastián Piñera (2010-2014 y 2018-2022) en la calle exigiendo educación de calidad, y que durante años criticó los gobiernos de Concertación (centroizquierda), como cuando tuiteó en 2013 «derecha y Concertación, la misma cuestión», sufrió una metamorfosis, caminando hacia lo moderado y hacia los acuerdos transversales.
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«Boric ya no es el mismo, cambió su discurso. Hoy gobierna con el Partido Socialista (PS, centroizquierda), ha experimentado una conversión republicana, habla de la unidad del país, tiene un ministro de Hacienda moderado —Mario Marcel, militante del PS— que cautela el buen manejo de la billetera fiscal e incluso ha reconocido los logros de los 30 años de la Concertación», aseguró el exparlamentario Jorge Schaulsohn, del PPD, en una columna en el medio Ex-Ante.
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El «amarillo»
Aunque, para muchos, la transformación de Boric fue su mejor impulso para lograr la presidencia, existe un reducto de izquierdistas que manifiestan sentirse decepcionados con el nuevo perfil y las decisiones del mandatario. «Amarillo» (moderado) es el insulto que se repite entre los más ortodoxos de su sector, aludiendo a que el presidente no estaría tomando posturas firmes sobre lo que prometió en su campaña, buscando quedar bien con todo el mundo.
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Una de las iniciativas del presidente que más recibió cuestionamientos de la izquierda fue la ratificación del Tratado Transpacífico TPP, del cual Boric fue, durante todo su periodo legislativo (2014-2022), un férreo detractor. Luciendo una camiseta con el hashtag #NoTPP, el entonces diputado habló varias veces en el parlamento en contra del tratado. «Desde el Frente Amplio buscaremos detener a quienes quieran aprobar esto entre gallos y media noche», dijo en 2021, acusando que el documento le entregaba mucho poder a las grandes empresas transnacionales y a los inversionistas que buscan explotar recursos en el país.
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El TPP es un acuerdo sobre acceso a mercado en bienes, facilitación de comercio, compras públicas, propiedad intelectual, servicios, comercio electrónico e inversiones del que participan actualmente Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Malasia, México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
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Pero el año pasado, cuando múltiples voces le pidieron que usara su facultad presidencial especial para detener la ratificación del acuerdo internacional en el Congreso, Boric optó por renunciar a dicha opción y usar una estrategia denominada «side letters», que busca negociar con los otros miembros algunos cambios en el documento.
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«Cuando Boric era parlamentario se opuso a la ratificación y yo esperaba que esa coherencia se iba a mantener. El presidente no debe olvidar que, en parte, él salió electo por el apoyo que le entregamos los grupos ambientalistas, generando un compromiso con la naturaleza que no debe desconocer», criticó en 2022 la activista ambiental y exconvencional constituyente cercana a la izquierda Ivanna Olivares.
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Desde este mismo sector se le criticó al presidente su cambio de tono en el conflicto que se desarrolla hace décadas en La Araucanía (sur). En noviembre del año pasado, Boric se refirió al enfrentamiento histórico entre el Estado chileno y el pueblo mapuche por la reclamación de sus tierras ancestrales y cuyas tensiones han desatado una ola de violencia.
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Boric siempre fue cauto al hablar sobre el tema en público, siguiendo los lineamientos de los partidos de izquierda que apoyan la causa mapuche y que usualmente califican los atentados incendiarios que afectan a iglesias, fundos y maquinaria forestal como «hechos de violencia» o «delincuencia». Pero el jefe de Estado concretó su primer viaje a la zona y desde allá usó el término «terrorismo», que usualmente se le escuchaba utilizar solo a los dirigentes de derecha.
«El Gobierno del presidente Boric asumió el discurso histórico de la derecha política en La Araucanía que, por un lado, tiene por objeto proteger los intereses patrimoniales territoriales que han adquirido de manera ilegítima y por otro lado, reafirmar la política de negacionismo con el pueblo mapuche y sus derechos», manifestó entonces, a través de un comunicado, el vocero de la organización mapuche Consejo de Todas las Tierras, Aucán Huilcamán.
Asimismo, una parte de la izquierda no comulga con la idea del mandatario de continuar con el estado de emergencia que impuso en mayo del año pasado en La Araucanía y el Biobío (sur) para controlar los constantes ataques incendiarios. Activistas y líderes políticos de esta ala argumentan que durante su campaña como candidato, el entonces diputado señaló que la militarización y la violencia no era la mejor manera de combatir la problemática.
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Aunque periódicamente el estado de excepción constitucional se va renovando, impulsado por el Ejecutivo y aprobado por el Congreso Nacional, son varios los parlamentarios que constantemente votan en contra de la norma: algunos del Partido Comunista, del Partido Ecologista Verde, de la Federación Regionalista Verde Social y del mismo Frente Amplio del presidente.
«Hay quienes creen que es legítimo insultar y/o agredir a quienes piensan distinto y que los espacios públicos son solo para quienes tienen la misma visión de mundo. La diversidad de ideas les resulta insoportable y si no estás de acuerdo eres ‘amarillo’. Somos distintos y me alegro», tuiteó Boric en julio de 2021, defendiéndose de las constantes críticas.
Con el próximo cambio de Gabinete, el mandatario buscará consolidar una tendencia al alza que viene gozando su popularidad desde inicios de febrero. Según la encuestadora privada Cadem, su aprobación ciudadana pasó de un 27% el 6 de febrero a un 35% este lunes y sus colaboradores mejores evaluados son la ministra Tohá (59% de aprobación), el ministro Mario Marcel, de Hacienda (58%) y el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve (59%), todos ellos, militantes de la moderada centroizquierda o exConcertación.